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Cuando vi este libro, no dudé en interesarme por su lectura ya que soy una fiel amante de las populares "Escape rooms" y cuando leí la sinopsis, me atrajo como un imán. La trama, en general, me ha gustado muchísimo. Me costó conectar con la historia en un primer momento, pero luego fue como si me absorbiera y no podía dejar de leer para averiguar qué estaba pasando. No nos encontramos con lo que yo esperaba: una "Escape room" con sus enigmas, con pistas que vas encontrando y con un tiempo determinado para salir. Nada más lejos de la realidad. Nuestro protagonista, Morgan Sheppard, despierta atado a una cama con varias personas que van despertando a su alrededor en una habitación de hotel y con un hombre muerto en la bañera. Se encuentran en el centro de Londres y no hay escapatoria. ¿Qué ha pasado? ¿Quién es el asesino? ¿Por qué están todos ahí? Lo que todos tienen bastante claro es que Sheppard es el eje de unión entre ellos. Y tienen 3 horas para averiguar quién, de entre todos ellos, es el asesino. ¿La camarera? ¿La actriz? ¿El abogado? ¿La estudiante? ¿El chico que trabaja en ese mismo hotel? Desde que el contador empieza a descender, veremos cómo los personajes van haciendo sus propias conjeturas. Todos tienen a quien señalar, pero nadie sabe realmente qué ha pasado. ¿O sí? Por otro lado, en diferentes capítulos, se van narrando diferentes sucesos del pasado que van hilando la historia hasta el presente. Hechos de la infancia de Morgan que nos llevarán hasta el momento más álgido de la historia: ¿Sobrevivirán o morirán en esa habitación de hotel? Sheppard empieza a entender que el pasado ha vuelto para atormentarlo y que todas sus acciones tienen consecuencias. Los secretos siempre salen a la luz. El autor ha delineado perfectamente las personalidades de los personajes y, aunque he podido predecir algo, ha conseguido engañarme en algunos momentos y eso me ha gustado mucho Una lectura absorbente, intrigante y con un final de infarto. |
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