Lucharemos en las playas, en los lugares de desembarco, en los campos y en las calles; lucharemos en las montañas; no nos rendiremos nunca; y por más que esta isla o buena parte de ella quede sometida y hambrienta, cosa que no creo ni por un instante, nuestro imperio de ultramar, armado y protegido por la Armada británica, continuará la lucha hasta que, cuando Dios quiera, el Nuevo Mundo, con todo su poder y su fuerza, dé un paso al frente para rescatar y liberar al Viejo.
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