Un cuento de enfermera

Louis May Alcott me ha vuelto a pillar con la guardia baja con esta historia de su más desconocida faceta de escritora de intriga y misterio, y es que este breve cuento que la autora ideó tres años antes de su aclamada Mujercitas, es una joya relegada al olvido, con una altísima calidad, tanto en la trama, como en su estilo narrativo tan fresco y ágil, una lectura sencilla, agradable y que engancha.
No dejo de sorprenderme con esta autora y su desconocida narrativa más allá de su faceta romántica. Pequeñas novelas, breves como un suspiro, llenas de misterio y suspense, con tintes victorianos e incluso góticos, que escribía con simples fines económicos y como método de supervivencia cuando su nombre todavía no decía nada, y que para mí, deberían haber trascendido más todavía que sus novelas más famosas.
En esta historia en concreto, Kate Snow, nos narra su llegada a la mansión de los Carruth, donde ejercerá de enfermera de Elinor, una joven con importantes problemas mentales. Una vez allí, intentará desentrañar el misterio del extraño dominio que un amigo de la familia ejerce sobre toda la casa.
La historia, con toques autobiográficos puesto que la propia autora fue enfermera parte de su vida, tiene grandes tintes de fábula moral y aleccionadora, con personajes muy correctos y actuando conforme a las convenciones sociales, personajes a la vez, maravillosamente construidos, con los que empatizamos enseguida, con sus claros y oscuros, con sus secretos, pero con toda su humanidad. El recurso narrativo de la primera persona es un acierto total, conocemos y descubrimos a la vez que Kate, y nos vamos poco a poco adentrando en un misterio lleno de sorpresas con gran traca final. Un libro, cargado de intriga pero lleno de ternura, con unas últimas páginas que me dejaron con los ojitos humedecidos y una sensación muy agradable en el corazón. Muy muy recomendado, ni lo dudéis.