Mujercitas

¿Quién no ha oído hablar de Mujercitas? Creo que muchos la conocemos por la película de 1994, la vi hace muchos años y apenas recordaba unos pocos detalles, pero a medida que pasaba los capítulos, regresaban a mi memoria fragmentos y escenas, lo cual hacía más divertida la lectura.

Pero no estoy aquí para hacer comparaciones, sino para hablar de un libro muy especial repleto de inocencia y alegría en todas sus páginas. Es una historia muy dulce y tierna que muestra la vida de una familia numerosa durante la Guerra Civil en Estados Unidos. A pesar de las dificultades a las que deben hacer frente, las niñas siempre le buscan el lado positivo a las cosas. Meg, Jo, Beth y Amy son cuatro hermanas con personalidades muy dispares, lo que provoca asperezas, pero todas tiene un gran corazón que permite olvidar las rencillas para volver a quererse y apoyarse. Este es uno de los mensajes más importantes de la novela: el valor de la familia y la importancia de amarse a pesar de los malos sentimientos. Muestra lo importante de tener una moral firme para no caer en la confusión, o saber perdonar. También refleja un amor por la patria que ahora resulta un tanto chocante; actualmente si un hombre pierde cuatro hijos en la guerra no se sentiría tan orgulloso por su país (creo yo)

Mujercitas no tiene una trama definida, tan sólo es el día a día de una familia. Pero no es aburrido ni lento, al contrario, fue una lectura muy rápida y divertida. Tampoco cuenta con ninguna historia de amor porque las niñas son muy jóvenes, todo ese material se reservó para Aquellas mujercitas, la segunda parte de esta historia. (Un libro que me está costando encontrar, así que acabaré comprando una edición integral con ambos libros)

Todos los personajes son magníficos y no me refiero sólo a las chicas, la señora March es muy bondadosa y a pesar de no tener casi dinero ni comida, siempre se presta para ayudar a quien lo necesite. Entre las hermanas Jo destacó por ser fuerte, decida e impetuosa. La única que realmente lucha por cumplir sus sueños y ayuda mucho a su familia. Lo que no entiendo es que en aquella época una mujer tenía que ser obediente y sumisa para ser buena cristiana y por eso ella se viera obligada a domar su carácter para contentar a los demás. ¡Cada uno es como es, no vamos a obligar a cambiar a la gente! Además, las hermanas se quejan constantemente por ser pobres y, aún así, la familia cuenta con la ayuda de una criada. Es raro que se puedan permitir pagar algún tipo de manutención por sus servicios; es un detalle que me dejó desconcertada.

La autora utiliza bastantes diminutivos: librito, manita, carita, guantecito... Eso hace que, en varias ocasiones, la lectura sea demasiado ñoña. A pesar de ello, tiene un estilo sencillo, alterna capítulos alegres y divertidos con otros cargados de tristeza y tensión.

Mujercitas ha sido una lectura encantadora, agradable y guardaré un buen recuerdo. ¡Es una elección perfecta para empezar a perder el miedo a los clásicos!

Saludos ;)