Una flor para otra flor

En esta cuarta parte, transcurren años después del final de la entrega anterior, "Siempre te encontraré". En esta ocasión, el protagonismo recae sobre Zac Phillips, quien ha crecido desde que lo conocimos en la primera parte de la serie, cuando era apenas un bebé. Él estará acompañado de Sandra, la mejor amiga de Ángela, que también tuvo un papel importante en la entrega anterior de la novela.

El ritmo y el lenguaje que emplea la autora es exactamente igual que en los libros anteriores: ágil, simple, “con gancho”… con lo que hace que la historia se lea muy rápido y se disfrute muchísimo. En este tomo he podido disfrutar de grandes aventuras, romance, misterios y venganzas.

A pesar de todo esto, hay un aspecto de Isaac que me ha desconcertado un poco, ya que no me imaginaba que llegara a ser machista y tozudo. No me quejo de que lo sea, pero al conocerlo desde niño y ser hermano de Megan, me ha chocado. No reconocía al personaje que nos enseñaron en los libros anteriores en absoluto.

Menos mal que tenemos a nuestra guerrera, Sandra que será la encargada de ponerlo en su lugar. A ella la adoré, me parece una protagonista femenina muy luchadora, fuerte, arrolladora, leal y fiel. No se anda con monsergas y siempre está dispuesta a defender lo que cree.

Esta novela está narrada en tercera persona, al igual que las historias anteriores de la saga. Aunque la trama se desarrolla en un entorno medieval, la narrativa es muy contemporánea y me ha resultado muy fácil de leer gracias a la maravillosa narrativa de Megan. La forma en que está escrita te atrapa de tal manera que sigues leyendo hasta terminar el libro sin darte cuenta.