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Daphne du Maurier es espectacular. Eso es genial, pero también un generador de expectativas brutal, así que el más mínimo despiste hace que un libro pase de ser lo que esperabas (la leche) a un libro entretenido, pero con sus cosillas. Que sí, que estoy tiquismiquis, pero está bien toda esta historia de viajes en el tiempo, ese final abierto... Y sobre todo ese gran personaje que se los come a todos sin apenas aparecer (en eso Daphne siempre ha sido una genia): Magnus.
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