El expreso de Tokio

Hay mil tipos de novela negra. Esta es una novela policiaca sin acción, sin demasiada involucración emocional y sin sangre, basada únicamente en la investigación de un caso de suicidio en pareja que hasta hace poco no se sabía ni que eran pareja... Esa y otras contradicciones hacen que la policía investigue a un único sospechoso que se esforzó mucho por hacer que unas chicas se fijaran en que el señor Sayama y la camarera Toki tomaban el mismo tren hacia el lugar donde encontrarían más tarde sus cadáveres. Tanto, que hasta el lector sabe lo que está tramando cuando presencia esa escena inicial.

A partir de aquí, la investigación no se centrará tanto en el por qué como en el cómo. El sospechoso no estaba ni por asomo cerca del lugar del crimen. de hecho, parece que buscó expresamente estar justo al otro punto del país en el momento en el que esos supuestos amantes se quitaron la vida. Así pues, la parte central de la novela se basará en revisar horarios de trenes rápidos, concordancias, y dar vueltas una y otra vez a los mismos puntos clave de la investigación.

Ha habido momentos durillos de lectura, sobre todo al principio, porque no soporto las continuas repeticiones que no llevan a ningún sitio... Sin embargo, también he disfrutado de cierta relación mentor-aprendiz entre dos policías de diferentes sitios. No se ha profundizado quizá tanto como me habría gustado, pero disfruté mucho de sus cartas típicamente japonesas, tan formales, que convierten el hablar del tiempo en un arte. No sé si alguien no acostumbrado a estos formalismos o a la geografía japonesa puede llegar a encontrarle el punto a esta novela... A mí me ha costado por otros motivos más emocionales, ya que me hubiera gustado saber más sobre las víctimas, por ejemplo, porque al final son tratadas como partes de un puzzle y poco más.

La resolución sí me ha gustado, y por eso se lleva las estrellas que se lleva.