Sistemas críticos: Los diarios de Matabot

Casi in media res, comienza esta novela de ciencia ficción que se centrará más en el desarrollo del personaje principal, Matabor, que en el desarrollo de una acción hasta un desenlace.
Después de la presentación no solo de los personajes, sino también de las circunstancias en las que se encuentran, entramos directamente en acción con un ataque directo a los humanos asegurados a los que Matabot tiene que proteger. Pronto nos enteramos de que la misión está comprometida y que el objetivo es descubrir quién ha comprometido dicha misión, pero también nos damos cuenta de que el objetivo de la obra es plantearnos el desarrollo del robot de seguridad, una vez que ha alcanzado el libre albedrío.
¿Liberado?
Como ya he mencionado, nuestro protagonista ha conseguido liberarse del control de la compañía, lo que en la teoría se traduce la adquisición del libre albedrío. No obstante, esto no termina de ser así para el bot. Su libertad se ve reducida a poder ver el canal de entretenimiento y poder reaccionar en contra de directrices contradictorias, el resto del tiempo se dedica a fingir que está controlado para que nadie se dé cuenta de su descontrol.
Además, a este nuevo horizonte en el que conoce lo que es la libertad, pero tiene que renunciar a ella para conservarla, se añadirá la manera de ser de la tripulación. El grupo de humanos que lo acompañan, debido a su idiosincrasia política, no podrá verlo jamás como un robot o al menos nos como uno complejo, ya que Matabot es un híbrido con partes orgánicas. Y esto incomodará profundamente a nuestro protagonista.
Más allá de la novela
En realidad, con este guion tan sencillo –una tripulación es boicoteada y a medida que avanzan el protagonista se conoce a sí mismo— Martha Wells a lo que nos invita es a pensar. El libre albedrío, la identidad, la humanidad… son cuestiones que se plantean indirectamente en la novela.
Su prosa es muy tranquila. Incluso en los momentos en los que puede haber más tensión, la autora consigue que el lector fluya con el caudal de sensaciones de los personajes, porque esa es una de las claves de la lectura: no es tanto el acto como el pensamiento y el sentimiento.
Todo lo que hace Matabot lo hace por un motivo lógico, racional y casi programado; sin embargo, los momentos en los que mejor podemos ver al protagonista son aquellos que le hacen saltarse sus protocolos. Nuestro protagonista mostrará tedio, hastío, pero también vergüenza, incomodidad… sentimientos ajenos a una máquina.
Y ahí se plantea la gran cuestión: Matabot, al tener ya consciencia y ser capaz de resistirse al control, ¿es humano?, ¿autónomo?, ¿peligroso? al tener partes humanas, ¿es humano?, ¿es un robot?, ¿es otra cosa con nuestra misma condición?
Lo bonito de la novela para mí es que no hace dogma, no pretende convencer, solo quiere que el lector entre en el apellido de este género, que entre en la especulación e imagine la situación. Siempre digo que la ciencia ficción es el género del «y si…», pues creo que este es un buen ejemplo para preguntárselo.
No a las palabras
Lo cierto es que me ha costado esta reseña porque la novela es sencilla en su argumento, sencilla en su estilo y muy bien tramada en cuanto a la acción-reacción de sus personajes. La potencia viene en lo que disfrutamos de ella y en lo que a través de las opciones que tienen los personajes podemos reflexionar. Las cuestiones son interesantes y creo que nos ayuda a postularnos sobre qué nos configura.
Os recomiendo la novela, se disfruta y tiene ese algo más que siempre te hace pensar después en ella. Espero que os animéis.


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