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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
28 November 2017
Si pudiéseis verme ahora, me veríais haciéndole la ola a Ediciones Siruela por recuperar POR FIN a esta dama de la novela de misterio o whodunnit, uno de los pilares de la Golden Age junto a las mucho más conocidas Agatha Christie o Dorothy L. Sayers, y que hasta hoy había sido injustamente olvidada en nuestro país (como tantos y tantos escritores). Considerada una de "las cuatro reinas del crimen", en España seguíamos sin tener una historia suya que llevarnos a los ojos. Llevaba mucho, mucho tiempo esperando este momento, y cuando un día de pasada en la librería me acerqué a un libro solamente por la portada (porque es una preciosidad, de esas que te llaman a acercarte al libro), y vi entonces la autora, se me puso una sonrisa de esas de oreja a oreja, de las de felicidad de la buena.

Y lo mejor de todo es que Siruela "amenaza" en la contraportada con que esto es solo el comienzo y editarán más novelas suyas. La ola no tiene fin. Porque además esta que hoy reseño, Un hombre muerto, fue su primera novela, y si fue capaz de escribir algo así para comenzar su carrera como escritora, no puedo esperar a leer lo que sigue.

Partimos de la base de que el planteamiento es muy de la época y el género al que pertenece, así que se podría decir que tenemos el típico asesinato en una mansión en la campiña inglesa, donde todos aquellos que se encontraban en la casa en el momento del crimen (ya sean invitados, criados o el señor de la casa) son sospechosos de asesinato, y donde hace acto de presencia un detective, de esos con personalidad y sagacidad para dar y vender, para resolver el caso.

Es sobre todo en el desarrollo de la historia, en los diálogos y en la personalidad de los personajes donde destaca la pluma de Marsh. Hay mucho sentido del humor británico en las líneas de esta novela. Las andanzas de la escritora, que vivió a caballo entre su tierra natal y Londres, se plasman en muchas conversaciones. A ratos me venían a la memoria estas películas de los años 30 y 40, con esa encantadora guerra de sexos repleta de humor, ironía, flirteo y diálogos chispeantes. Porque sí, estamos ante una novela de misterio, pero también hay cabida para algún enamoramiento al más puro estilo años 30, y estos diálogos te sacan la sonrisa en muchas ocasiones (bueno, yo es que soy muy fan de esas pelis... imagino que a quien no le gusten esto le dará un poco igual).

El asesinato tiene lugar en una mansión a pocos kilómetros de Londres, y eso posibilita que Scotland Yard se haga cargo de inmediato. Y aquí es donde hace acto de presencia Alleyn, el detective que protagonizaría muchas de las novelas de Ngaio Marsh. Y las intenciones que tiene la autora son muy claras, porque te deja con la miel en los labios en alguna ocasión. Te revela que tiene un más que interesante pasado... pero también te pide que esperes, que ya te la contará luego. Resulta muy evidente que ya tenía más que decidido que este libro era el primero de muchos protagonizados por este inspector que hace gala de mucho carácter (algo cambiante cuando las cosas no se hacen a su manera), audacia, sentido del humor y cierta desazón ante una profesión a la que maldice mucho, pero que se nota que le apasiona.

La identidad del asesino en sí se podría pensar, ya una vez leído el libro, que es más que evidente a tenor de lo que se sabe y descubre en la historia, pero Marsh se las apaña para que, aunque en el fondo de tu mente creas que es esa persona, dudes constantemente. No te lo pone fácil, y en cualquier caso, llega un punto que te lo estás pasando tan bien leyendo que no tienes ninguna prisa por conocer la identidad del culpable. Una daga muy especial, la mafia rusa, líos amorosos, coartadas, desmayos, secretos y un juego que termina muy, muy mal... Agitamos la coctelera, y nos encontramos con una historia muy, muy entretenida, bien narrada y ejemplo perfecto de la dorada época que representa.

Bueno, quien conozca un poco mis reseñas ya sabe de qué pie cojeo. Lo que me gusta se nota, y lo que no, también. En este caso creo que ha quedado más que claro :))

Sobre la edición, me sorprendí al abrir el libro y descubrir que la traducción es de Alejandro Palomas, escritor que tiene tanto "hype" desde hace un tiempo que estoy esperando a que baje un poco para leerlo. Traduce muy bonito, y aunque tiene algún fallete que en la corrección se debería haber subsanado (equivoca por ejemplo el nombre de un personaje hacia el final), me ha encantado conocerle aunque sea gracias a la traducción de otro autor. A ver si pongo remedio y conozco pronto su propia prosa.

Nada, que a la espera quedo del siguiente libro que Siruela edite de esta autora. Impacientemente.
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