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Crítica de lector_salteado


lector_salteado
22 January 2019
Un libro que nos levanta el ánimo, como dijo Ian McEwan. Henry Marsh no sólo es un brillante neurocirujano, sino también un excelente escritor. Su narrativa fluye con la elegancia, la precisión y la lucidez de un británico muy cultivado. No parece la escritura llana, arrogante o seca de un escritor técnico que escribe para lectores técnicos, en este caso sobre la cirugía de cerebro. Esto quizás tenga que ver con que antes de estudiar medicina Marsh estudió filosofía, ciencias políticas y economía. Su incursión por las humanidades y las ciencias sociales antes de su anidamiento en la medicina le ha permitido escribir este libro tan fascinante que se lee con la facilidad de un best-seller y la profundidad de un cálido y erudito libro de arte. Marsh muestra que los médicos también son seres humanos, aunque lo olvidemos cada vez que alguna enfermedad de importancia o incluso un dolor sin mucha importancia nos hagan olvidar como pacientes esa verdad tan trivial. Creo que es interesante el origen del libro: Marsh emprendió su escritura motivado por el libro de Daniel Kahneman, Pensar Rápido Pensar Lento, que trata sobre patrones típicos de errores humanos. Marsh se sintió aliviado al conocer por Kahneman que muchos de nuestros errores ocurren simplemente porque así funciona la mente humana y no por negligencia -mala praxis médica en este caso-. También me pareció interesante confirmar una vez más que la profesión de médico es muy vocacional. Hay personas que sienten fascinación por la medicina, por eso terminan siendo médicos. de los cirujanos en particular, Marsh habla de la excitación que les provoca la violencia controlada y altruista que despliegan en el quirófano. Esto no está muy lejos de la hipótesis de Sigmund Freud sobre la sublimación: los cirujanos serían algo así como asesinos que lograron educar sus impulsos para que sean socialmente aceptables. Opino que también es conmovedora la vida que llevan los neurocirujanos según cuenta Marsh. Interactúan con la muerte cada día. Saben -y un poco disfrutan del vértigo- de la posibilidad de salvar la vida de una persona condenada por un tumor maligno de cerebro. En una misma jornada laboral pueden vivir varias cirugías, varias rondas de visitas a internados, reuniones con médicos en formación, reuniones con burócratas empresarios de la salud, junto con las vivencias familiares como cualquier persona. En síntesis, creo que este libro de Marsh es muy bueno. Es entretenido, está bien escrito y reparte humanidad por todos lados. Humaniza a los médicos, a los enfermos, a los familiares de enfermos y a todos los trabajadores de la salud. Marsh es un humanista. Por eso, con la misma honestidad y precisión de Jack The Ripper, disecciona a los burócratas y empresarios de la salud. También los políticos tienen su turno. Es inevitable que se genere una amistosa confianza entre Marsh y el lector de este libro poco común.
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