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Crítica de Bren


Bren
30 December 2017
Henry Marsh, considerado el mejor neurocirujano de la Gran Bretaña, nos comparte en este libro sus experiencias la mayoría de ellas, donde las cosas no han resultado como debieran

"Ante todo no hagas daño
Atribuido a Hipocrates de Cos 460 A.C"

Nos comparte que tanto él, como sus colegas médicos en cualquier especialidad son solo seres humanos, personas que tienen fallos, pero estos fallos tienen enormes consecuencias, por lo tanto, nos muestra ese pequeño cementerio que arrastra en su interior, no de manera morbosa, si no mas bien, de manera humana, realista, la forma en que cada una de esas lapidas ha sido un recordatorio de lo que sus fallos le han hecho a otras personas, situaciones con las que tiene que vivir día a día.

«Todo cirujano lleva en su interior un pequeño cementerio al que acude a rezar de vez en cuando, un lugar lleno de amargura y pesar, en el que debe buscar explicación a sus fracasos.»

RENÉ LERICHE, La filosofía de la cirugía, 1951

Por supuesto, no todas son tragedias, tiene muchos casos exitosos, no en balde es considerado el mejor en su especialidad, pero con una enorme humildad, Marsh, nos explica como en realidad, si, claro que la experiencia importa, si, claro que los conocimientos valen, pero es la suerte, la mala y la buena, la que juega sobre todo un papel importante en el éxito o fracaso de una operación de cerebro.

De una manera sencilla, mordaz, increíblemente fascinante, Marsh nos cuenta la forma en que se hace médico, como decide hacerse neurocirujano. Su narración es tan ágil y tan sencilla que podemos comprender fácilmente de que nos habla.

"Al fin y al cabo, una cuarta parte de la sangre que
bombea el corazón va a parar al cerebro. Está visto que pensar es un proceso que exige muchísima energía"

Vivimos con Marsh, como es difícil hablar con los pacientes, con sus familiares, no solo para dar diagnósticos muchas veces desalentadores, si no también explicarles consecuencias de una operación y peor aun dar la cara cuando las operaciones no salen bien, todo un arte el hablar con las personas siendo medico, algo que Marsh de manera muy humana nos hace ver, porque al final, no todos los médicos tienen esa empatia que se requiere o sencillamente la fortaleza, la franqueza o el coraje de dar la cara

"Cuando he tenido que dar malas noticias, nunca sé si lo he hecho bien o no. Los pacientes no van a llamarme después para decirme «Dr. Marsh, me ha gustado muchísimo cómo me ha dicho que iba a morir», y tampoco para soltarme «Dr. Marsh, lo ha hecho fatal». Lo único que puedes esperar es no haber metido demasiado la pata.·

Todas esas situaciones en las que se tiene que luchar con colegas de los que se depende para salir adelante, como anestesistas, enfermeras, radiologos, etc, porque al final el medico cirujano no es su jefe y si alguno decide no cooperar para que se lleve a cabo la operación, el traslado, otorgarle una cama, etc, puede resultar en una frustración tremenda, en atrasos, en malos tratos a los pacientes, que sin embargo, como bien recalca Marsh, los pacientes difícilmente reclaman, ya que son pacientes, no clientes y en esa tesitura, por naturaleza, no reclaman lo suficiente.

"Como les digo siempre entre risas a mis residentes, los médicos no sufren lo suficiente"

Lidiar con el aparato burocrático, informes, cambios de administración, cambios de sistemas, que el gobierno considere lo que se supone mejor para los pacientes sin considerar lo que opinan los especialistas y quienes los tratan diariamente, la salud publica apabullada de crisis de administración, con lo que no queda mas que lidiar constantemente, porque no se tiene otra opción

"Operar es la parte más fácil, ¿sabe? —dijo finalmente—. Cuando uno llega a mi edad, se da cuenta de que todas las dificultades tienen que ver con la toma de decisiones."

Lo que supone para un médico con practica y experiencia tener que soltar el bisturí a los practicantes, saber que tiene que hacerlo con la angustia de saber que pueden equivocarse y que solo él será responsable de esa equivocación, pero vamos, alguien tiene que enseñarles y tienen que tener practica, puesto que los médicos con experiencia, algún día se jubilarán.

Marsh, nos lleva también a través de su trabajo altruista a Ucrania, como es que llega ahí, como se compromete a esa causa para ir a atender pacientes en un país pobre, con pocos recursos y lo poco que puede hacer ahí.

Un libro fascinante, donde vemos la cara personal de uno de los mejores médicos en su especialidad, no solo en Gran Bretaña, puesto que es considerado uno de los mejores del mundo y honestamente esa sencillez de él para contarnos sus experiencias, las buenas, las malas, las mundanas, no hace mas que hacernos darnos cuenta que a pesar de todo, por muy buenos médicos que sean, solo son personas que hacen un trabajo y que detrás de esas mentes y manos mágicas, también se esconden inseguridades, miedos, fracasos y una vida llena de altas y bajas.

Un libro que recomendaría para cualquiera, me encanto y realmente lo disfrute muchísimo, cada capitulo lo titula con uno de esos nombres extraños que tienen las enfermedades del cerebro y donde nos explica lo que significa y como se trata.

Extraordinario.
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