Ese pensamiento que cruza por mi cabeza y me desespera, que me impide pasar las tardes tranquilamente repasando revistas de moda femenina, o cosiendo, o cocinando, o regando plantas, ese pensamiento que me aísla del resto del mundo y me hace sentirme diferente, si le ocurre a alguien más, incluso si llego más lejos y lo comparto con varias personas, puede transformar el mundo. Si Ralph Waldo Emerson está en lo cierto, un puñado de mujeres tomando té podemos resultar enormemente peligrosas.
|