Otra vez, Rachel

En esta historia nos encontramos con Rachel, con toda la familia Walsh y todo lo que ello implica. A Rachel la conocimos hace unos cuantos años y no estaba en muy buena posición. Ahora lleva una vida tranquila, está “enamorada”, tiene a su familia y ha descubierto una nueva afición: la jardinería. Su adicción quedó atrás. Una llamada la devolverá al pasado haciendo tambalear lo que ella pensaba, las consecuencias del pasado y lo que conllevan en el futuro. Pasado y presente se desdibujan ante una Rachel confundida.

Por una parte tenemos el trabajo de Rachel en The Cloisters, donde lidia con adictos y todas sus problemáticas a la vez que estas historias van removiendo cosas en ella que creía dormidas. Todas las historias de los pacientes tienen un algo que se te queda clavado, aunque la autora sabe llevarlo perfectamente con el humor que la caracteriza. Por otra parte, tenemos a Rachel lidiando con su presente, uno que se distorsiona conforme va descubriendo los hechos que ocurrieron en el pasado, un pasado que no es nada fácil, y con lo que le pasó a Rachel es muy fácil caer en lo que cayó siendo una adicta en rehabilitación.

No os voy a mentir, es una historia dura la de Rachel, lo que les pasó es muy duro de llevar, cada uno lo afrontó de una manera, pero años después siguen llevándolo a cuestas y todo saldrá a relucir, pero es Marian y tratando temas delicados sabe dotarlos del humor necesario para que resulten lecturas placenteras y esperanzadoras.

Me ha encantado reencontrarme con la familia Walsh (me quedo con ganas de releer todos sus libros) y con la autora (sigo siendo adicta a su pluma) y os la recomiendo muchísimo, y aunque forma parte de la serie #Walshfamily es totalmente autoconclusivo.