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Historias emotivas y muy profundas, en las que la poesía y la naturaleza actúan como perfectos aglutinantes. María Luisa Bombal ha sido uno de los mejores descubrimientos literarios de mi vida. Su primera novela “La última niebla”, fue publicada en 1935. Es la perfecta puerta de entrada a su imaginario y, desde mi punto de vista, una pequeña obra maestra. Tres años más tarde, regaló al mundo una de las novelas que más me han impresionado y marcado de su obra: “La amortajada”. ¿Cómo afrontar el viaje de ida hacia el más allá? ¿Cómo lidiar con el momento en el que nos quedaremos “vacíos de sentimiento”?. “Porque Ella veía, sentía”. Y recompuso las piezas de su vida a partir de todos los presentes que la velaban… Considerada como “la madre del realismo mágico”, su prosa tiene un enfoque mucho más intimista y sensible, en el que el universo femenino, en conjunción con las formas orgánicas de la naturaleza, son los auténticos protagonistas. A través de una voz narrativa preciosa marcada por un lirismo mágico, envolvente y delicado, la autora construye mundos paralelos, en los que realidad y fantasía se funden sumergiendo al lector entre las páginas del libro. Tanto en sus dos novelas como en los relatos, se perciben los propios anhelos, frustraciones, deseos y temores de María Luisa Bombal. Su vivencias impregnan el alma de sus personajes protagonistas. Mujeres que buscan refugio en su imaginación, en el poder evocador de los sueños, y en la capacidad sanadora de lo natural, lo primitivo y original. Destaco particularmente “El árbol” y “Las islas nuevas”. En este último prevalece la imagen de la mujer como símbolo de libertad, de independencia, identidad primigenia y cuerpo en comunión con la naturaleza. |
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