Si tuviéramos en cuenta las consecuencias de todos nuestros actos en la vida, la solución sería el nihilismo. Pasarse la vida mirando crecer las plantas y no haciendo nada. Pero el nihilismo choca contra su propia filosofía: la paradoja es que no hacer nada es también una acción. Si se comete una injusticia a nuestro alrededor y no hacemos nada, nuestra inacción es también una acción que genera su propia e importante cadena de consecuencias. Nacer es implicarse en los problemas de la existencia, quiérase o no.
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