Asesino de brujas: La bruja blanca

Tras leer varias reseñas positivas sobre este libro y verlo tanto en redes, decidí darle una oportunidad. El tema de las brujas siempre me ha atraído y la sinopsis me generó bastante curiosidad. Y, aunque si bien es cierto la historia no fue como esperaba, aún así me encantó. Hay varios motivos, entre ellos, la ambientación que, bajo mi punto de vista, está inspirada en la francia moderna, aunque con muchas variaciones y toques fantásticos. Nos encontramos ante un mundo regido por una monarquía dinástica en la que la autoridad recae sobre los religiosos, conocidos como "chasseaus", aquellos encargados de erradicar cualquier ser sobrenatural y velar por la seguridad de su pueblo. Y, por otro lado, tenemos a los aquelarres de brujas, cuyas tierras y hogares fueron arrebatados. Ahora son perseguidas y quemadas por el mero hecho de existir. Me gusta la dualidad entre la fina línea que separa el bien del mal que plantea la autora. No todas las brujas son malvadas, aunque con su poder no duden en hacer daño a los demás. Y no todos los religiosos son almas despiadadas, el problema es que, desde su niñez, les han criado en un ambiente fanático totalmente patriarcal en el que los han educado para odiar a las brujas, a deshumanizarlas hasta tal punto de no verlas como mujeres sino como demonios manipuladores y sedientos de sangre. Imaginaos la combinación explosiva que podría surgir del matrimonio de una bruja y un chasseau. Pues parte de la trama se centra en ello, y cómo lo he disfrutado. Adoro las relaciones que pasan del odio al amor. Que se van forjando con el tiempo y que rompen estereotipos y amplían la visión del mundo de la otra persona. La protagonista es, simplemente, maravillosa. Malhablada, feroz, luchadora... y Reid me ha sorprendido en varias ocasiones. Los secundarios también son una delicia. Pero para delicia los giros argumentales que se producen hacia el final del libro. Madre mía.