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Desde que leí “Circe” hace unos años supe que querría leer las obras posteriores de Madeline Miller, porque aunque no me prodigo demasiado por el género histórico o similar, lo referente a la cultura clásica y mitología me gusta mucho, y el tipo de novela que consigue crear esta autora hace que te intereses mucho por el relato y no puedas parar de leer. La historia de Aquiles (que es un héroe que realmente no necesita presentación alguna) nos la cuenta Patroclo, personaje de familia noble que fue desheredado por causar accidentalmente la muerte de otro joven. En apariencia se trata de un joven anodino, rencoroso y sin dotes para la lucha, que incluso es tachado de imbécil por su propia madre. Pero quizás la suerte estuvo de su parte con el destierro, puesto que gracias a ello pasó a formar parte de los jóvenes refugiados por el padre de Aquiles en Ftía, y fue su propio carácter desafiante el que atrajo al joven semidiós a elegirle como hombre de confianza. Gracias a este reconocimiento, Patroclo empezará a participar en las clases y entrenamientos de Aquiles, aún a sabiendas de que siempre estaría a su sombra. Aquiles, a pesar del peso de la profecía que le tilda de el más grande héroe de todos los griegos (el aristos achaion), se presenta como un joven con dudas e inquietudes como cualquier otro chaval de su edad, pero cuya aura divina que raya la perfección le hace destacar sobre el resto. Junto a Patroclo irán a vivir bajo la tutela de Quirón, el centauro, y será entonces cuando la relación de amistad de ambos de un paso adelante para convertirse en amantes. Pocos años después se declara la guerra de Troya debido a que Paris, príncipe de Troya, rapta a Helena de Esparta de las manos de Menelao, su marido. Agamenón, hermano de Menelao, lidera las tropas de los distintos pueblos griegos para recuperarla, aunque para ese entonces Aquiles no se quiera dejar liderar por nadie puesto que se sabe el mejor de todos. Será en esta etapa cuando nace la fama de Aquiles que ha llegado a nuestros días. En definitiva, se trata de una lectura épica de gesta, que te arrastra con su influjo hasta los ardientes veranos mediterráneos y aquella era mitológica en la que la hombría y el choque de egos estaba a la orden del día, aunque gracias a la perspectiva de Patroclo tenemos una visión algo diferente, ¿más humana quizás? |
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