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Una trama futurista, casi distópica, muy bien ambientada con la tecnología del momento, los transportes de la torre o la propia torre, que es una construcción fascinante tanto por sí misma como por la sociedad que vive en ella. El marco donde se desarrolla la historia, la intriga por saber quien es la víctima y que ha pasado para que acabara así, los mil líos, los romances, los secretos -vamos el salseo en todo su esplendor- son de diez, te mantiene pegado a sus páginas sin poder remediarlo. La autora lo ha hecho muy bien, ha sabido ir soltando poco a poco cositas por aquí y por allá para que no sepas por dónde puede tirar (al menos en algunas cosas), entretejiendo todo para que al final las posibilidades fueran infinitas y regalarnos un final de aúpa. Porque la historia empieza con la caída pero luego vamos dos meses atrás y nos va contando en tercera persona y alternando con los puntos de vista de Avery, Eris, Leda -las privilegiadas- y de Watt y Rylin -que viven en las plantas bajas- como se ha llegado a ese punto, una visión global donde conocemos todos los escarceos y detalles de sus vidas. Esto puede ser algo bueno por toda la información que manejamos, pero también resulta un tanto lioso tantos personajes, tanto los principales como los secundarios, tienes que estar atenta a todo y hay veces que te pierdes, es una de las cosas que menos me ha gustado y por la que la lectura se me ha hecho un poco cuesta arriba; porque el libro me ha encantado pero me ha costado un mundo leerlo, puede que no fuera el momento propicio y si lo hubiera leído en otras circunstancias habría cambiado bastante mi visión de la novela y mi puntuación.
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