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Para describir este libro, y haciéndole un guiño al título, no puedo utilizar otro adjetivo que no sea “maravilla”. En el libro nos encontramos con un padre agobiado e inmerso en una rutina diaria en la que priman las prisas, la puntualidad, los plazos de entrega… y que no le dejan tiempo para apreciar los pequeños detalles. Sin embargo, todo cambia cuando el mundo se para y su hijo lo invita a ver el mundo a través de sus ojos, como un niño. A lo largo del libro el niño le cuenta al padre todo lo que aprecia de él: que pasen tiempo juntos, saber que siempre está ahí, que deje salir su niño interior (ese que su hijo confiesa ver en su mirada), … que deje a un lado las rutinas para permitirse soñar, reír, jugar, ser curioso, etc. Este libro recoge una fábula en la que se hace alusión a ese momento en la vida en el que nos piden que no dejemos escapar el tren, que nos subamos a él, aunque ni siquiera sepamos adónde nos lleva. Una vez que estamos en él nos vemos abrumados por una rutina monótona que nos impide disfrutar de los detalles más cotidianos y pequeños (pero a la vez grandes) como pueden ser el paisaje, el pasar tiempo son otras personas, el apreciar la belleza en lo que siempre ha estado ahí, etc. Aunque en el libro el niño le muestra al padre todo lo que valora de él y cómo le gustaría que fuese su relación; esta situación es extrapolable a cualquier persona y a cualquier contexto social (con amigos, familiares, vecinos…). En lo relativo a la edición, me ha fascinado. Comenzando por su cubierta, es de tela y me recuerda a las de libros de hace décadas. El título está tallado en la propia tela, lo que dota al libro de un atractivo mayor. La ilustración que preside la portada es sencilla, pero posee la capacidad de inspirar cierta ternura hacia ese niño que se viste con ropas de un adulto y al que, evidentemente, le quedan muy grandes. En cuanto al contenido, las ilustraciones me han fascinado; qué poder de transmisión poseen los rostros y la fisonomía de los personajes con solo unos trazos y un color en la paleta. Sinceramente, creo que no soy capaz de transmitir con palabras todo lo que me ha gustado y me ha hecho sentir este libro, por ello, me limitaré a decir que es maravilloso y que lo recomiendo totalmente a cualquier lector. No se trata de una recomendación más, sino de una lectura altamente recomendable en cualquier momento de la vida y etapa personal. |
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