Olvido y crueldad: Las mujeres del rey Don Pedro

Antes de empezar no puedo más que agradecer a Edhasa el envío de este ejemplar. Es un placer colaborar con vosotros.
Así mismo a Álvaro Lozano, por la autoría y a mí gran Víctor Fernández Correas por la recomendación.

Alineación. Sucede poco, pero no son cuentos de hadas, ni leyendas. Puede, que incluso, ni siquiera casualidad.

Dioses, musas, astros, clima, espacio y tiempo convergen, tan siquiera un instante, y se produce un Big Bang solitario y silencioso en forma de creatividad, concentrados en un solo punto.
El elegido.

Pero estos entes son caprichos, su objetivo debe tener talento, y sudar a sangre y tinta, el poder recibido, además, sin ser consciente de ello.

Esta vez el afortunado es Álvaro Lozano, y el resultado, Olvido y Crueldad.

Como el cuerpo me pide hablar de literatura, voy a acabar por la vía rápida con el argumento.
Las mujeres que rodearon a Pedro I de Castilla construyen a través de sus vidas una biografía del, para unos Justicieros y para otros, Cruel.
Suficiente.

Hora de resolver preguntas imposibles.
¿Qué es escribir bien?
Esto.

Para empezar, el protagonista es un narrador omnisciente muy singular, pues aun estando en todas partes, ni todo lo sabe, ni todo lo ve. Es más, lo cuestiona. Resta importancia a la causa de la muerte, incidiendo más en las miserias e injusticias padecidas por ellas en vida, e incluso se permite soñar con sus últimos suspiros.
Pudo ser así, o tal vez asá, pero yo prefiero pensar...

Además, el actor principal, en su generosidad, concede a su novela el don de la coralidad. Es decir, no pretende ser el centro de atención, pero a mis ojos, lo es.

¿He dicho una novela?
Su estructura puede llamar a engaño. A primera vista da la sensación de ser un conjunto de relatos, pues en cada capítulo se narran las vivencias de un personaje, desde Urraca Ossorio a María de Padilla, sin olvidar a doña Blanca, Leonor de Guzmán y, una desconocida para mí, pero fascinante, María Coronel.

Sin embargo es una novela. arriesgada, sí, pero sublime y, no lo escondo, tan original como brillante.
Tanto, que le he buscado con ahínco, tacha.
No la he encontrado.

Nájera y Montiel tienen su espacio. Los que conocen la historia tienen suficiente con esta referencia y los que no, agradecerán que no me extienda.

Pero lo que más me ha gustado es este orgasmo literario de, no llega a 300 páginas, es su intensidad.
Prosa impecable, ritmo sosegado. ¿Pero qué prisa hay en llegar al clímax?
La velocidad está sobrevalorada.
Cadencia. ¡Eso te enviaron dioses, musas y entes!
El resto, Álvaro, lo has puesto tú!

Una novela sorprendente por su arquitectura, que pone voz a madres, esposas y barraganas que giraron alrededor de la figura de un rey, que todavía hoy, sigue levantando pasiones, posturas enfrentadas y discusiones acaloradas donde Lozano se sale del guión para recordarnos que ELLAS, también son parte de nuestra historia.


Termino con una licencia. Plagiando al autor.
Gracias Penélope, y gracias Edhasa por publicar un libro tan enorme, como arriesgado.