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Última lectura del año. Me apetecía acabar mucho esta trilogía, porque si bien no me parece la gran cosa, si es cierto que ha sido muy entretenida, y yo, como fan de los mundos apocalípticos y de los zombies, la he disfrutado mucho. En esta tercera parte nuestros supervivientes llegarán al continente americano. Existe un gran pueblo que ha logrado sobrevivir a la epidemia y vive sin contagio, o eso parece. En el interior, los protagonistas descubrirán que la ciudad se organiza por castas y que si no eres blanco y hombre, no eres ciudadano de primera clase y vales poco o nada. El artífice de esta idea es un reverendo llamado Greene, que considera la epidemia un castigo divino para eliminar a los pecadores del mundo. Por otra parte, descubriremos que Corea del norte, país que vive cerrado herméticamente al mundo, también ha sobrevivido, pero está agotando sus recursos, por lo que tendrá que buscarlos fuera. Y no digo más. La trama me parece la más interesante de los tres libros, además de ser la parte con mayor acción de todas. Se me ha hecho el más ameno de leer. Aún así, también tiene ciertos fallos que no me han gustado y que han conseguido que el nivel se haga parejo a las anteriores novelas. Una de esas cosas que no me gustaron en la primera parte es que no aparecía ni una sola mujer hasta 30 páginas antes de acabar la novela. En la segunda parte, aunque lenta, sentí que el papel de la mujer entraba en acción, al igual que los dos protagonistas masculinos y disfruté mucho eso. Pero, en esta tercera parte me he vuelto a encontrar con una protagonista femenina intermitente, y que vuelve a convertirse en damisela en apuros, esperando que sus hombres la salven y luchen por ella. Y eso es un gran fallo a estas alturas y en un mundo distópico semejante, es poco realista. Aún así, lo he disfrutado, tiene varias capítulos super agobiantes, pero muy bien llevados. Lo recomiendo a todos aquellos que disfruten de los zombies tanto como yo. |
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