Moriré antes que las flores

Cuando Livia acepta un trabajo en un pequeño pueblo segoviano de la sierra de Guadarrama no imagina todas las implicaciones que traerá a su vida.

Durante unos meses se encargará de recopilar las vivencias de Ada, una mujer anciana que quiere elaborar su biografía.

Aunque las descripciones al principio me hacían más lento el ritmo de la lectura, una vez que te sumerges en la historia, te atrapa totalmente y el ritmo se va incrementando. Además, tiene un tono de misterio que ayuda a crear esa expectativa de cómo será el final.

En esta historia se entremezcla el pasado con el presente, conviviendo en un espacio común compartido entre estas dos mujeres a través de la narrativa. Ada de viva voz y Livia con la escritura.

Y no es fácil para Livia este trabajo. No solo porque intenta no implicarse emocionalmente, con lo difícil que eso puede ser si estás recopilando las experiencias vitales de otra persona sino porque Ada no es una persona de trato amable. Cortante, autoritaria, fría… llegando a exasperarte que Livia siga trabajando allí sin poner límites.

Me ha sorprendido el enfoque que da de la guerra civil, creando un relato diferente a lo que he leído antes. No solo en cuanto al fondo sino a la originalidad del planteamiento. Conocer a través de las vivencias de Ada lo que supuso este momento histórico hace que llegue aún más.