Virginia Woolf aprovecha la vida de un perrito cocker spaniel llamado Flush para contar a través de sus ojos parte de la vida de su dueña, Elizabeth Barret Browning. Sin ningún diálogo y tan sólo desde los pensamientos del can, vemos a Elizabeth primero encerrada en su habitación de la que sale contadas veces, y después en Italia, donde por fin parece disfrutar de la vida. Y aquí es donde me voy a chocar con la "academia de buenos lectores". No me ha gustado nada este libro; me ha resultado aburrido, tedioso. Sí, reconozco que la autora sabe utilizar el lenguaje, que las figuras literarias están ahí para algo y que lo hace muy bien, pero por muy bien que escriba técnicamente si lo que cuenta me aburre, el libro me aburre. |