En El crujido de un corazón, Fernando nos traslada al año 2023. La nueva normalidad en España, tras la pandemia, aún está marcada por el uso de las mascarillas y las distancias sociales. En Madrid comienza a desatarse la locura y unos atroces asesinatos destruyen la calma y la rutina de la ciudad. La sociedad está a punto de entrar en pánico por los actos de una persona que ha decidido tomarse la justicia de su mano, puesto que se propone condenar a quién crea que lo merezca. El primer asesinato pilla por sorpresa a la Policía Nacional. Un famoso y joven torero aparece ensartado en los alrededores de Las Ventas, la escena es grotesca, de película. La rabia y la crítica del asesino se refleja muy bien en su puesta en escena. Este no descansa. Se ha propuesto no dar ni un respiro a los cuerpos de seguridad. Y así, los cadáveres se suceden acompañados por citas acusatorias en cada escenario. El lector se va a encontrar con una trama original y de gran trasfondo, donde la crítica social es el tema principal en esta novela policiaca con grandes pinceladas del género noir. Estas 333 páginas están abarrotadas de violencia, injusticia, inseguridad y corrupción. El ritmo es ágil desde el principio, subiendo poco a poco en el transcurso de la misma y llegando a un final sorprendente y agonizante. El autor plasma con gran acierto la difuminación del bien y el mal en los personajes, creando al lector una gran tensión y dudas morales. El desarrollo de estos y su profundidad refleja su buen hacer. Fernando nos presenta a la nueva inspectora, Elisa Puga. Recién estrenado su puesto se ve envuelta en esta serie de asesinatos siendo ese el momento en el que tendrá que demostrar su valía y lo hará con la ayuda de una colaboración especial en el caso. Figuras secundarias acompañarán, a la inspectora y a la nueva incorporación, en esta carrera a contrarreloj. ¿Dónde está el límite entre el bien y el mal? Depende de la perspectiva desde la que se mire. Porque todo se desdibuja, se difumina. Cuando la justicia se tambalea la indignación y la frustración crece y solo hace falta un detonante para que todo explote. ¿De qué parte te pondrás, querido lector? Fernando Llordén vuelve a dejarme ese buen sabor de boca que deja una buena lectura. |