Todos estábamos vivos

Para empezar, quiero aclarar que para mí, la movida madrileña siempre ha sido un momento mítico e idealizado de nuestra historia más reciente.
Siempre me ha gustado imaginarme en esa época, ¿cómo la habría vívido?Yo era muy pequeña cuando empezó, pero siempre recordaré con gran cariño los grupos que me dejaban pasmada delante de la tele, y sobre todo la Bola de Cristal.
Por eso para mi, este libro ha sido el punto de madurez del mito. Ese desvelarse de los claroscuros del movimiento más fascinante y loco que ha vivido este país. El despertar de las artes modernas, pero a la vez de otras cosas no tan productivas como las drogas, aunque para muchos fuera la gasolina con la que se inspiraron.
Muchos de los escenarios y ambientes son reales, lo que da más fuerza a la obra, dejando claro que el trabajo de documentación del autor es magnífico.
Los personajes que transitan por los escenarios de la novela son tan reales y crudos que te encojen el alma, pudieron existir perfectamente, pero quedaron en el olvido, solo flotaron hacía el Olimpo quienes ya tenían un nombre, los anónimos se quedaban difuminados por las luces de los conciertos y las discotecas, perdidos en la memoria colectiva. Aquellos que pasaron al Olimpo tampoco es que tuvieran un final envidiable y feliz. Eso es quizás lo que más impacta, la dureza del devenir de algunos de los protagonistas. A fuerza de golpearles las circunstancias, se han enternecido para mi. Supongo que cuando lo leáis os pasará lo mismo.
El autor ha sabido manejar muy bien la ambigüedad de algunos personajes, cosa que me ha encantado y me ha dejado loca. La forma de escribir de Enrique es adictiva e hipnótica. Gracias de verdad por regalarnos esta visión de la movida, que para mí ha sido un meterme en la piel de los personajes y degustarla con sus luces y sombras, con sus risas y sus llantos, con alegría y dolor.. Una novela que para mí es el colofón perfecto para describir una época.