Casi nada que ponerte

Jorge y Simón, amigos de los padres de Lucía Lijtmaer, tuvieron un negocio de moda exitoso en la Buenos Aires de los 70. Hasta que su gloria terminó, salpicada por la internacionalización de las firmas de lujo y la salud mental.

'Casi nada que perderte' parte de Lucía apenas recordándolos. La barcelonesa viaja a Argentina para reconstruir su historia y, cuanto más avanza, más se da cuenta de que tiene que introducirse en el relato, explorarse a sí misma como mujer que, hija de la emigración y nutrida por dos culturas, nada constantemente entre esas dos aguas.

Entre la crónica y la autoficción consciente, resulta una lectura muy entretenida por su tema (se sitúa en la industria textil pero, en realidad, cuenta parte de la historia reciente de Argentina) y formato. Lijtmaer mezcla narrativa con una obra de teatro que recrea algunas de las escenas narradas en las entrevistas a Jorge, Simón y demás personas de su entorno, una cuadrilla curiosa donde la opulencia y el glamour conviven en armonía con un sentido del humor fascinante.

Intercalarlo con la exploración de la propia identidad de Lijtmaer, con las anécdotas compartidas con sus amigas también hijas de argentinos, hace más distintiva esta historia. Podría ser un ‘auge y caída de' sin más, pero la historia paralela y el carisma y excentricidad de los personajes hace que se desmarque.

Podría seguir destacando muchas cosas, pero me quedo con dos más: cómo el concepto de 'exclusividad' ha cambiado a medida que las firmas de lujo se han expandido, y boutiques como la de Jorge y Simón han ido quedado cada vez más en la irrelevancia. Lo 'exclusivo' ha pasado de ser lo único a ser aquello reconocible y replicable, pero inaccesible para la mayoría.

Y también con el profundo y sincero amor de Jorge pese a la intensidad de los cuidados que requiere la enfermedad de Simón, que apenas le deja respiro un par de horas al día. Y pese a que lo obligue a revivir su prosperidad y fama como analgésico, quizás de forma agridulce disfrazada de nostalgia.