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Nacho es un chico de diecisiete años que se tiene que cambiar de lugar de vivir por decisión de sus padres, no lo lleva nada bien, van a un pueblo donde poco hay que hacer, gente de su edad escasea y encima no hay casi cobertura. Pero lo peor de todo es que se ha alejado también de él. Los primeros días de Nacho en el pueblo no son muy interesantes, hasta que ve a alguien al otro lado de la ventana, un chico más o menos de su misma edad, al principio desconfía de él, pero a su vez hay algo que le arrastra a su lado. Mario es un joven del pueblo, alguien diferente, no tiene muchos amigos, es taciturno y muy reservado, eso sí Nacho desde el primer momento es como una luz para él. Nacho y Mario se van a volver inseparables, van a pasar mucho tiempo juntos, se van a conocer, Nacho va a conocer cosas del pueblo que al principio no se cree y va a vivir cosas que jamás pensó que viviría. Tenemos un romance que pasa en poco tiempo, pero que a su vez es lento, una atracción lenta, se conocen, luego las miradas, los roces y los sentimientos van fluyendo entre ellos dos. Un romance diferente por algo de la historia, pero que me ha gustado mucho que se han dado la oportunidad de tener lo que han tenido, de amarse sin reservas y sin fronteras. El final es el que el autor nos va diciendo en cierto punto de la historia, pero a su vez guardas cierta parte de esperanza que haya otra posibilidad, pero es un final emotivo, cargado de mucho amor y de dos personas que han sabido quererse a pesar de las dificultades. A su vez el autor a través de su historia nos va hablar del tema de quererse a uno mismo, que la vida a veces no es justa, pero que siempre puede llegarnos cosas buenas y que aunque pase el tiempo la gente no te olvida, por lo menos los que te quieren de verdad. Volver a leer al autor ha sido un placer porque sus historias siempre están cargadas de temas importantes, de sentimiento y sensibilidad. |
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