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Los ocho cuentos de este libro están protagonizados por mujeres y sus vínculos. Personas amadas que ya no están, primeros amores, desamores, experiencias y desilusiones. Nuestra identidad se construye también en nuestros vínculos y nuestras relaciones. ¿Qué significa ser amiga, hija o madre? No existe una única respuesta. La identidad se transforma constantemente, la realidad se enfrenta a los idealismos. Estos cuentos son un reflejo de estas vivencias humanas. Estas mujeres están en distintas etapas de sus vidas. La pérdida de una amistad o una madre, una aventura peligrosa, una enfermedad, un hijo, un amor y un desamor llegan a sus vidas. La narrativa de Nadine Lifschitz es cercana. Podemos empatizar con sus personajes y visualizar cada espacio de sus cuentos. La autora tiene la habilidad de tender puentes entre lectores y protagonistas de un modo especial. Cada sensación nos llega profundamente, cada vínculo nos desarma, afecta e invita a sentir. Estas historias atraviesan la humanidad con toda su complejidad en los vínculos familiares, las amistades, las maternidades, los amores, los apegos. Todos estos cuentos me dieron ganas de abrazar a sus protagonistas. Así como Nadine tiende puentes entre lectores y protagonistas, también lo hace con la literatura y otras autoras. Cuatro de sus cuentos tienen epígrafes que son una bomba. Una puerta de entrada al libro y a esos cuentos. La literatura también tiene sus vínculos, así como todo en la vida. Este libro es de esos con los que me quiero seguir vinculando y leer más de una vez. ¡Muy recomendado! |
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