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Al principio no me convencía, pero terminó mejor de lo que esperaba. Tiene sus vueltas y varios pasajes que me sacaron de quicio. Más allá de eso, Un héroe de nuestro tiempo es un libro respetable, dinámico por momentos y tiene una estructura fragmentaria que lo vuelve menos convencional. Literariamente, es otra de las obras cuyo centro es un protagonista decepcionado y aburrido, predispuesto a vengarse de la vida por no encontrarle el sentido… y porque tampoco nadie se lo encontró a él. Es complicado resumir el argumento sin contar mucho y la sinopsis de esta edición está bien, así que esta vez omitiré hacerlo. Pero, tal como deslicé más arriba, Pechorin es un personaje que sufre “el mal del siglo”, el terrible spleen, que lo vuelve un ser muy corrosivo para otras personas. El problema es que esas personas son muy cercanas, son las únicas con las cuales sociabiliza, y aun así necesita absorberles la alegría y las esperanzas. Y, sobre todo, cuando de amor se trata. Es un libro parecido a Eugenio Oneguin en los planteos de la superficie, pero resulta formalmente distinto. La historia de Pechorin se desgrana en capítulos que cuentan hechos diferentes. Aunque a Pechorin sólo se lo nombre en alguno de ellos, sigue siendo el que mueve la trama. Los narradores cambian de acuerdo a las necesidades. Eso trae aire fresco en el momento en que el capítulo se va extinguiendo y, además, adquiere su lógica cuando el lector asiste a la desnudez del alma carcomida de Pechorin. Allí es donde la novela halla, según mi opinión, un gran nivel. Me gustó mucho toparme con diferentes pueblos asiáticos. No están retratados de forma muy amable por parte de los narradores, eso es verdad, pero aun así esos encuentros generan interés porque los grupos son muy similares y muy distantes al mismo tiempo. Todas parecen estar ligadas con la naturaleza, de un modo u otro. Las montañas, los caballos, la tormenta, la nieve… Los escenarios pocas veces quedan muros adentro. Además de lo ya mencionado, la novela crea climas tensos entre los personajes (hay algunos muy interesantes, pero caricaturescos por momentos) y vuelve casi imposible soltar el libro. No pude congeniar completamente con la novela porque en algunos tramos se vuelve pesada y predecible. En cuanto a lo pesada, la novela toma mejor ritmo después de la mitad. Con respecto a lo predecible, Pechorin, al ser el tipo de protagonista que es, pierde demasiado tiempo enamorándose y desenamorándose, ya sea medianamente de verdad o por simple aburrimiento. No es peor ponerse a teorizar sobre las mujeres (no dice nada bueno y/o nada nuevo… para variar) que practicar algunas ideas preconcebidas (si alguna vez leen la novela, les bastará con prestar atención a la historia de Bela). Sinceramente, no fueron las partes más brillantes y, en todo caso, me provocaron estrés. Buscaba profundización sobre el desencanto con el mundo que aqueja al personaje y lo hay, pero en pequeñas proporciones. Es una buena novela y, a pesar de que el final no me haya dejado con la boca abierta, creo que tiene un par de giros novedosos. Recomendable. |
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