Cosecharás tempestades

Donna Leon y el Comisario Brunetti llevan acompañándome más de media vida. Después de más de veinte años, leer cada una de sus nuevas novelas se ha convertido en una especie de ritual en el que reencontrarme con viejos amigos para ponernos al día. Desde hace ya unas cuantas entregas (“Cosecharás tempestades” es la número 32), la serie dejó de interesarme por los crímenes en sí (que también), si no que lo hace por sus maravillosos personajes, que ya siento casi como si fuesen familia. Después del sabor agridulce que me dejó la anterior entrega, me alegra comprobar que en esta ocasión Donna Leon vuelve en plena forma.

En una fría noche de noviembre, Brunetti recibe una llamada del Inspector Vianello comunicando que ha aparecido una mano en uno de los canales de la ciudad. Poco después es encontrado el cuerpo, y se asigna a Brunetti la investigación de la muerte del hombre, un inmigrante de Sri Lanka con un sorprendente interés en el terrorismo italiano ocurrido durante los años 80. La investigación transportará a Brunetti a su etapa de estudiante y a aquellos ideales perdidos y errores de juventud en los que podría encontrarse la solución al caso.

En sus novelas, Leon otorga una importancia capital al trasfondo politico, social o cultural de una ciudad, Venecia, que retrata con habilidad de forma vívida, permitiendo al lector descubrirla a través de los ojos de aquellos que viven allí. Una de las grandes bazas de la serie es el análisis en profundidad que realiza de la sociedad veneciana, desde su geografía hasta su cultura, a la vez que hace un íntimo retrato de la vida personal de Brunetti, a quien en esta ocasión conoceremos algo más gracias a esa incursión en sus años de juventud. La autora tiene un gran habilidad a la hora de crear personajes complejos que cobran vida en sus páginas con aparente sencillez.

El misterio sirve de excusa para echar un vistazo a la historia política reciente de Italia, desde una perspectiva más personal, mostrando el idealismo de la juventud y la naturaleza problemática inherente al mismo. Filosofía, política, historia o justicia, son temas recurrentes en sus obras, mostrando una gran perspicacia a la hora entrar en la psique humana, en las motivaciones, pensamientos o sentimientos de sus personajes. El misterio se presenta como un elemento con múltiples capas en el que la satisfacción final viene dada no solo porque se resuelve el caso, si no por la forma en que se ha resuelto.

Gracias a su prosa descriptiva, Leon captura con pasmosa facilidad el pulso y el ritmo de Venecia, pero no de la Venecia atestada por hordas de turistas, si no de la Venecia real, la de aquellos que viven allí, siendo los momentos más memorables esos pequeños detalles del día a día, esas interacciones en apariencia irrelevantes, pero que permiten crear una atmósfera de un lugar que, aunque no cambia en su superficie, bajo esta se encuentra en continuo cambio.

Si buscáis acción trepidante o una investigación policial al uso, no lo vais a encontrar aquí. Esta no es una historia para devorar, si no para saborear lentamente (como si de uno de los deliciosos platos preparados por Paola se tratase): sus palabras, sus cafés, sus calles. Venecia y Brunetti, una vez más, no decepcionan.

Y sin nada más que añadir…hasta el año que viene, Guido!