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Crítica de marlluch


marlluch
07 December 2021
En ocasiones no suelen gustarme las traducciones de los títulos de obras extranjeras. Y es que con el cambio de lengua, a veces se pierden matices importantes. No ocurre así con Lección de alemán, en la que el traductor ha acertado plenamente, llegando casi a superar el título original de Siegfried Lenz, Die Deutsche Stunde, literalmente, La hora de alemán.
En apariencia, el significado es el mismo. Sin embargo la posibilidad de interpretación que ofrece el título en español es mayor y más acorde con el tema del libro. Die Deutsche Stunde, se refiere al motivo desencadenante de la acción de la novela: el castigo al que se ve sometido un chico por entregar en blanco el cuaderno en el que tenía que escribir una redacción durante la hora de alemán.
Con la elección del traductor del título de la obra en español, vamos más allá. Así Lección de alemán no es sólo hora dedicada al estudio de alemán, sino también una muestra de lo que es una persona alemana. Para ello el autor emplea fundamentalmente a tres personas: el protagonista, Siggi, un joven que está ingresado en un reformatorio, su padre Jens y el pintor Nansen. Siggi es el instrumento del que se sirve el narrador para hacer resurgir una serie de acontecimientos surgidos en el pasado, pero que todavía no han concluido, al ser el propio Siggi una consecuencia de los mismos.
Siggi elige como ejemplo de persona que cumple con alegría el deber la figura de su padre, un policía de un tranquilo pueblo de Alemania. Durante la Segunda Guerra Mundial llega una orden de Berlín que deberá ejecutar el policía: prohibir que el famoso pintor Nansen vuelva a poner sus pinceles en un lienzo, por considerar que sus obras son peligrosas para la humanidad y dan una mala imagen de la raza alemana.
A partir de ese momento se contraponen dos conceptos del deber: el del padre de Siggi, que obedece ciegamente las órdenes que le vienen impuestas desde fuera, y el del pintor, que sólo está dispuesto a seguir lo que su conciencia le dicta como correcto. Entre ambas figuras se sitúa Siggi, que recibe la orden de su padre de espiar al pintor. Siggi, por su parte, es un buen amigo de éste, quien le encarga que esconda algunos de sus cuadros.
Atrapado entre dos formas de concebir el mundo, Siggi, un muchacho muy sensible, tratará de encontrar su forma de cumplir el deber; una vida doble que acabará por romper al adolescente.
Un libro duro, que en ocasiones recuerda a El Guardián entre el centeno, pero sin su humor de fondo. Una novela para tener en casa.
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