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Pocas cosas mueven al ser humano como lo desconocido, lo inimaginable, lo imposible. Lo indescrifrable. Pocas cosas nos desnudan en nuestras limitaciones como lo infinito. La novela "Solaris" de Stanislaw Lem es uno de los más renombrados clásicos de la ciencia ficción. En ella, acompañamos al psicólogo Kris Kelvin en su recorrido por la estación espacial del planeta Solaris, con el objetivo de investigar desvíos conductuales en la tripulación. A pesar de ser un claro ejemplo de ciencia ficción, la trama se vuelve mucho más enriquecedora en la construcción de un universo tanto astronómico como psicológico, filosófico y metafísico. En pocas palabras, el concepto de libertad en sí es puesto en jaque en base a las experiencias de la tripulación, en preguntas elementales como qué somos realmente y hasta qué punto tenemos control sobre nosotros mismos. No hace falta explicitar que la prosa es impecable, es algo que ya se ha dicho infinidad de veces y que será dicho infinidad de veces más. Es precisamente la pluma del autor la que logra poner en el mismo plano a la filosofía, la metafísica, la religión, la moral, la psicología... y, por supuesto, la ciencia ficción. De la ciencia ficción, esperamos aquello que todavía no es, pero que tal vez sea en algún futuro remoto. Pero si de Solaris, si de Stanislaw Lem, esperamos eso, solamente eso, la lectura será decepcionante. Porque encontraremos eso, sí, pero también encontraremos a lo indescifrable. Al infinito. |
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