Brillo

«Nadie quiere lo que nadie quiere»
 
Como lo más importante que me han dicho de esta novela es que representa a los millennial, defino la palabra, los nacidos entre 1980 y 2000, una sociedad claramente digital, hiperconectada y con valores sociales y étnicos. Según un artículo que he leído están muy preparados, son emprendedores, tolerantes, exigen transparencia, colaboración y compromiso. Individuos antes que gente, aquí mira que estoy de acuerdo con lo que he leído en esta historia, son volátiles y volubles.
                Yo racionalizo mucho las lecturas, miro desde mi posición a cada personaje de papel, intento comprender cada decisión y me fascina el comportamiento humano, por supuesto, busco algo, cada lectura me aporta una idea, una reflexión o un conocimiento. Quizá fuese que me la pusieron por los aires y mis expectativas no se vieron cumplidas o mi propia personalidad chocó con las incoherencias de la protagonista, la mitad de sus decisiones me desconciertan. Esta joven moderna de 23 años que trabaja en una editorial, emplea su tiempo laboral en tener relaciones con todo lo que lleva pantalones, eso sí, habla de que fue contratada por la diversidad de raza y se queja de lo poco valorada que está y que tocó techo, o lo entendí mal o lo leí peor. Sexo y raza. Me siento vieja para ciertas lecturas.
                Tiene una relación con un hombre blanco de cuarenta y pico de años, Eric, casado y con una hija adoptiva negra. Aquí viene el despropósito si lo de antes no lo fue, Rebecca, la mujer de su amante, la invita a quedarse en su casa para que ayude a su hija a integrarse o sabe dios para qué.
                ¿La habéis leído?