Cuando no tienes nada te conformas casi con cualquier cosa. Con hombres que te hagan pasar un buen rato y que al día siguiente no se acuerden de tu cara. Con hombres que te hagan pasar un mal rato que crees merecer y que, además, no te parece del todo tan malo porque activa tus terminaciones nerviosas y te hace sentir que estás viva, que tienes algo parecido a una existencia (banal y pobre, pero existencia) y que alguien te necesita para algo; aunque solo sea para volverte la cara del revés justo antes de regresar a su casa a darle el parte diario a su mujer. Y de pronto aparece alguien con quien al principio todo parece inocente. Tan inocente que acabas por creer que las cosas se van a arreglar, que habrá alguien que se salve en toda esta historia, que no es más que gente que viene y va sin saber muy bien cómo ni por qué. Y cuando todo se complica y piensas en salir de ahí, resulta que la vida de ese alguien te engulle. Y no solo es que nadie vaya a salvarse, sino que todos se hundirán a la vez hasta ese lugar en el que cada uno es lo que es. |