Lo primero que me ha llamado la atención de esta novela es la maravillosa forma de narrar de la autora. Cada capítulo comienza en el presente de los protagonistas, Afra y Nuri, pero una sola palabra (diferente en cada capítulo), hace que Nuri, que ejerce de narrador en primera persona, navegue en sus recuerdos y nos cuente su historia, haciendo esa palabra que nombro de puente entre la actualidad y el pasado. A pesar de que soy una amante de los capítulos cortos, y estos no lo son tanto, la exquisita pluma ha hecho que devorase el libro en menos de un día. La historia es dura, y nos hace ver las penurias y el dolor que han de vivir los refugiados para dejar atrás su vida, su familia e incluso a sus muertos y buscar la supervivencia en otros países, perdiendo incluso la vida por el camino. Acompañamos a la pareja por los diversos países y los peligros a los que se exponen y sufrimos con ellos las malas experiencias y los sinsabores que tienen que pasar hasta llegar a su destino. A pesar de la dureza de la historia, también hay espacio para poner en valor la amistad, la empatía y la solidaridad. Pero sobre todo, es un pequeño canto a la esperanza, de cómo estas personas a pesar de todas las calamidades que han vivido, luchan con uñas y dientes por salir adelante, por una vida mejor. En definitiva, una lectura ágil, entretenida, llena de valores y dureza a partes iguales, pero sobre todo, emotiva y que invita a la reflexión de lo afortunados que somos de no tener que vivir estas experiencias tan crueles. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. |