Legado de jade: 24

Fonda Lee siempre ha explicado que su trilogía de los Huesos Verdes es, por encima de cualquier otra consideración o etiqueta, una saga familiar. Y es aquí, en Legado de Jade, tercer y último volumen de la misma, donde esto se evidencia con más claridad que nunca.

Retomamos la historia alrededor de año y medio después de los sucesos de Guerra de Jade. La estructura es similar a la de los dos libros anteriores, con tres interludios que nos acercan a la historia y la mitología kekonesas, así como una misma forma de comenzar y cerrar cada volumen que me parece una maravilla. Por un momento pensé que este último libro no lo iba a cerrar así, pero la autora se las apaña de alguna manera para conseguirlo, con un guiño final que derrocha elegancia narrativa.

La principal diferencia de esta tercera parte con respecto a las anteriores radica en los saltos temporales, constantes a lo largo de todo el libro, que nos permiten visitar momentos clave tanto en las vidas de los protagonistas como en la política de Kekon, mientras avanzamos por la intrincada red que Fonda Lee ha tejido con tanta maestría.

Sobra decir que lo he disfrutado mucho y con intensidad. Me ha hecho sufrir, me ha hecho llorar, me ha tenido con el corazón en un puño... pero también me ha hecho reír y emocionarme con las vicisitudes de las vidas de unos personajes complejos, repletos de claroscuros y dominados por sus propias contradicciones, tan reales y tan magníficos que ya se sienten como familia. Los voy a echar tanto de menos.

No me siento preparada para despedirme de este mundo violento de jade y magia. La resaca lectora que me ha dejado el cierre de esta trilogía es inmensa, pasando desde ya a ser una de las grandes favoritas de mi vida lectora. Bajo el Cielo y por el jade.