La casa de Liljecrona

La verdad es que no había oído hablar de esta autora pero en cuanto leí la sinopsis, supe que tenía que leerlo sí o sí. He de admitir que la portada también hizo que aumentaran mis ganas de leerlo, tengo debilidad por el invierno y la portada no podía ser más representativa.

Eleonora, Nora o «Pequeñita» pertenece a una familia de origen humilde, una de las fechas más importantes era el día de San Esteban, en época navideña. Su hermano, madre y ella querían visitar a su tío en ese día señalado y de paso poder saborear todos los manjares de la cena. Tras una vida llena de privaciones, la visita a su familiar era una oportunidad para sentir por un día lo que es tener el estómago lleno y no pasar frío. Pero las condiciones climatológicas no están de su parte, una tremenda ventisca acaba por hundir sus planes.

Pero Pequeñita no se rinde con facilidad, con ayuda del hielo y mucho ingenio acaba por llegar a su destino, dejando impresionados a los vecinos de Nygard, en especial a la mujer del párroco que acaba por incluirla en su servicio como compañía para su hijastra.

Digamos que la mujer del párroco no es quien dice ser, de puertas para fuera aparenta ser una mujer muy distinta del rol que asume en casa, el párroco no presta atención a la relación entre su mujer y su hija, pero Maja Lisa (hija del párroco) vive en un entorno hostil debido a su madrastra. Pequeñita pronto se da cuenta del ambiente enrarecido de la casa.

En la celebración de una amiga, Maja Lisa conoce a un forastero, desde el primer momento le llama la atención, y aquí comienza la búsqueda de la moneda de plata. Más tarde sus caminos se vuelven a cruzar y descubre la verdadera identidad del herrero-violinista y su trágico secreto.

Es una novela que se lee nada y engancha desde el principio, ambientada en la Suecia rural de 1800, recrea el cuento de Blancanieves en otro contexto y con otros personajes, y en algunas escenas también me ha recordado a Cenicienta. La autora se centra en el papel de Maja Lisa, cómo la joven busca tejer su propio destino, a pesar de las adversidades, para ella es importante cuidar de su padre a pesar de todas las ofensas y maltratos que recibe por parte de su madrastra.

La llegada del forastero acabará por sacudir su vida, acelerando aún más su propósito de ser dueña de su vida, luchando por sus creencias y apostando por ella.

La relación de amor crece de manera paulatina, pero a paso firme. La novela está catalogada con el sello «clásico», dada la época de la autora (1858-1940) pero también podemos hablar de un clean romance, así que no encontraréis escenas tórridas ni explícitas, son momentos muy puntales y "castos".

La autora también hace hincapié en el ámbito social, cómo es la vida en el campo y en qué zonas se podía vivir mejor o peor. También la figura del párroco como una persona con poder y prestigio, con posición social en el entorno rural.

Otro punto fuerte es el contexto, en pocas páginas consigue dar pinceladas del entorno histórico-económico de la Suecia de 1800 sin perder de vista la historia principal. Muy recomendable.