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Releo por segunda vez Nada y unos cuantos años después me sigue asombrando la obra magistral con la que Carmen Laforet ganó el Premio Nadal con apenas 23 años. En contra de lo que se espera de una novela de posguerra, Carmen Laforet pone en el foco de atención un personaje femenino, Andrea, una joven huérfana que decide abandonar su pueblo para cumplir el sueño de vivir en una gran ciudad, Barcelona, donde pretende estudiar y tener un futuro prometedor. En una época en la que la mujer se ve reducida a ser el ángel del hogar nuestra protagonista enseguida ve truncado su sueño de libertad. La sociedad le corta las alas. A su llegada a la calle Aribau, Andrea convive en un ambiente de opresión, la hambruna que ha dejado la guerra y sobre todo con una violencia de la que es imposible que lxs lectorxs salgan ilesxs. Los personajes femeninos están claramente definidos a lo largo de la novela. La frustración en la tia Angustias; el sacrificio en la abuela; la perdición en Gloria. La búsqueda del camino propio está representado por Andrea, que en una atmósfera asfixiante no busca el amor romántico sino que se refugia en la búsqueda de la amistad, la independencia, la libertad. He leído críticas a la novela por su falta de trama y acción. En “Nada”, lo que ocurre es la vida misma. “Me marchaba ahora sin haber conocido nada de lo que confusamente esperaba: la vida en su plenitud, la alegría, el interés profundo, el amor. de la casa de la calle Aribau no me llevaba NADA” Querida Andrea, huiste a Madrid creyendo no haber aprendido nada, pero dejaste atrás la calle Aribau sabiéndolo TODO. |
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