MANIAC

La ciencia es ese lugar en el que las personas de letras tememos entrar. No entendemos nada y no entender, al menos en mi caso, da miedo.

   Sabemos que el progreso se basa en ella, que nuestro modo de vida no sería posible si todas esas cabezas pensantes no se hubieran puesto a trabajar para conseguir avances que mejoran nuestro día a día. Podemos ver la cara de nuestros seres queridos aunque estemos a miles de kilómetros, nos desplazamos por el mundo a nuestro antojo, se salvan vidas. Pero todo tiene su cara b. 

   Las personas intelectualmente capacitadas para ver las posibilidades de cada elemento, que sueñan con códigos binarios y con ecuaciones imposibles de resolver, son eso: personas. Seres como tú y como yo con sus miedos, su ego, sus aspiraciones y su propia motivación. Seres humanos al servicio de seres humanos. Y ahí está el peligro. Las buenas intenciones coexisten con personalidades destructivas, con el dinero y el poder. Y no hay nada más poderoso que una mente privilegiada que ve el mundo como un juego, o que, aunque no quiera reconocerlo, pretende sobrevivir hasta a ese fin de los días del que podría formar parte.