El final de esta trilogía muestra la faceta más madura y humana de la autora, sin perder un ápice de la esencia que la viene caracterizando desde sus inicios. Un libro que te lleva de la mano por todos los altibajos de sus personajes, que te invita a la reflexión, que le da a la autocrítica con medida la importancia que merece, que nos regala pasajes preciosos y cercanos sobre la amistad, el amor, la necesidad de dejarnos ayudar, el autocuidado, etcétera. Además, habla sin tapujos y con muchísimo respeto sobre temas que hasta ahora han sido tabú y que, poco a poco, van logrando el lugar que les corresponde. Una oda a la vida y a saber vivir. Millones de gracias, Vecina, por tu generosidad y valentía. |