Pecados a la luz de la luna

Julia ha dejado su trabajo estable para ser enfermera a domicilio en la casa de los hermanos Vincent, ricos, guapos y problemáticos. Allí, tendrá que cuidar de Madeleine, la única mujer del clan, que acaba de aparecer tras 10 años desaparecida y es incapaz de contar lo que le ha pasado.

En general, la trama me ha sorprendido para bien; es más, incluso me ha enganchado. El misterio en torno a la familia de Vincent es interesante, y me ha hecho querer saber más.
Además, el estilo es muy ligero y la historia se narra desde dos puntos de vista, lo que siempre es un punto a favor.
También hay varios personajes que me han gustado.

Algo muy positivo es que Julia trata a Madeleine como una persona, algo que por desgracia no se ve mucho en el mundo del cuidado de enfermos, donde se habla del usuario como si no estuviera delante.

No os creáis que no ha habido cosas negativas, porque las hay. Sabía que iba a haber escenas eróticas y, si bien no ha habido tantísimas como esperaba (es más, al contrario), las que hay me han dado grima. Tenemos al machirulo de turno utilizando expresiones durante el sexo que, si a mí me las dicen, haría que se me bajase todo el morbo o que me entrase la risa de lo patético. Además, hay tensión sexual entre dos personajes, que aparece en situaciones que no vienen a cuento.
Otra cosa negativa es que, una vez Julia se muda, se olvida de su familia y amigas; ni llama, ni escribe ni nada.

Para mí, hubiera sido el libro perfecto si no hubiera esa tensión sexual. A pesar de ella, en general he disfrutado mucho de esta novela.