Para escribir Abejas grises, Andréi Kurkov se inspiró en los ciudadanos corrientes del Donbás que, varios años después del estallido del conflicto en Ucrania, se habían acostumbrado a la guerra como un ingrediente más de sus vidas. Así nació el personaje de Serguéi Sergueich, un hombre sencillo que no toma partido y solo quiere ocuparse de sus abejas. Está, interior y exteriormente, en tierra de nadie. En su pueblo solo viven él y un viejo rival, simpatizante prorruso, con el que no tiene más remedio que entenderse, lo que funciona como metáfora de la división que padece el país, así como de la posibilidad de que los distintos puedan coexistir. A lo largo del viaje que emprende por Ucrania, y sometido continuamente a controles fronterizos, Sergueich debe responder una y otra vez a la pregunta de quién es, a qué se dedica y, sobre todo, de dónde viene. Algunos personajes se permiten hablar por él: unos dicen que es ruso, otros que es ucraniano, unos que es del Donbás, otros de Donetsk… Allá donde va, Serguéi se topa con divisiones étnicas y políticas que parecen obligarle a definirse, pero él únicamente quiere transportar sus abejas y ayudar a aquellos con los que se cruza. de este modo, el personaje refleja la dificultad que supone llevar una vida anónima y pacífica en un país fragmentado. |