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Crítica de Guille63


Guille63
02 June 2023
“Todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda.”
Jean de la Fontaine

La estupidez convierte a la sociedad en un cenagal de arenas movedizas en el que, si tienes la desgracia de caer, todo movimiento no hará otra cosa que hundirte aún más en el fango. Esto es lo que le pasó al héroe de esta historia, un hombre que luchó por la VERDAD sin negociar o avenirse con una sociedad en la que, como en cualquier otra sociedad, la verdad es solo un convenio social establecido entre la hipocresía y el interés de unos pocos y la estupidez de muchos.

“Los malvados difícilmente se corrigen, y es infinito el número de los necios”
San Jerónimo (en una, dicen, mala traducción de la Biblia)

Una historia con ecos kafkianos que en primera persona y en modo de flujo de conciencia nos cuenta como un anónimo Doctor, con cincuenta y dos años de vida aburridísima y monótona, un ciudadano medio “encopetado”, un “cero correcto” entre una multitud de grises ceros correctos, “perdido en la nada como una sombra” vive un momento singular, un “único instante dramático” en el que “la sombra se volvió hombre y empezó a hablar”. Y la VERDAD de la que habló era que el director general Domaćinski, para el que el Doctor había trabajado de abogado en muchos de sus chanchullos, mató a cuatro hombres por la espalda cuando huían de su casa al ser descubiertos robando vino durante una revuelta. La verdad se instituyó y la verdad decía que Domaćinski había sido un héroe por lo que fue condecorado y por lo que se le habían grabado y descubierto placas. Nuestro Doctor, respondiendo a no se sabe qué impulso y durante una cena en casa del director general, le echa en cara que se jactase de tales hechos, cosa que hacía habitualmente y a la menor oportunidad, calificándolo de bandido y criminal. Estas acusaciones cortaron de un hachazo los lazos que le mantenían “sordo y mudo” ante una sociedad que, a partir de tal rebeldía y de las muchas que vinieron después, no tendrá compasión de él.

“El problema con el mundo es que las personas inteligentes están llenas de dudas, mientras que las personas estúpidas están llenas de confianza”
Charles Bukowski.

Hasta aquí todo perfecto. Krleža dirige maravillosamente este juego de dominó en el que cada pieza empuja a la siguiente con la inestimable ayuda, todo hay que decirlo, de la valentía, la torpeza, la locura, la desfachatez, en este punto las opiniones están divididas, que nuestro doctor tuvo a la hora de colocar las fichas.

“Nunca discutas con gente estúpida, te arrastrarán a su nivel y luego te golpearán con su experiencia”
Mark Twain.

Habían quedado meridianamente claras las tesis que el autor defiende: lo nefastas que son las «visiones del mundo» tomadas como dogmas, y “la devoración canibalesca” que caracteriza las relaciones entre ellas, y la estupidez de todos aquellos que aceptan esas «visiones del mundo» sin cuestionamiento alguno, y que pasan a defender a capa y espada como propias. No sé por qué el autor decidió que había que acompañar esta convincente trama de unos discursos que, por muy bellos que sean sus párrafos, lo único que hacen es remarcar lo obvio. Unos discursos que, en mi opinión, pecan además de idealistas y en los que mezcla una supuesta sabiduría budistas de la que soy absolutamente escéptico.

“Piensa en lo estúpida que es la persona promedio y date cuenta de que la mitad de ellos son más estúpidos que eso”
George Carlin

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