Solo puedo ponerle un pero a esta maravilla y es su brevedad. Es una novela tan corta que no llegamos a conocer a los personajes apenas, pero a pesar de eso impacta y estremece. Contada de manera epistolar, los corresponsales son dos socios, uno en Alemania y otro, judio, en San Francisco, que poseen una galería de arte en la bella ciudad californiana. Poco más se debe contar…
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