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Nunca había leído un libro en el que un agente del FBI tuviera tan mala suerte y fuera tan torpe. Y no, no es comedia. Barrett ha ido durante toda la historia dando bandazos de un lado al otro, sin averiguar nada y metiéndose en problemas con todo el mundo solo por cabezonería. Y sí, solo a partir del 70% empiezan a atarse cabos (no gracias a él, por supuesto) y acierta en el culpable solo por fijación. Es un libro que entretiene, con un caso que atrapa, pero que no me ha dejado buen sabor de boca (tampoco malo). Digamos que esperaba algo con más tensión y con un personaje que tuviera otro perfil. También con una historia que tuviera menos agujeros argumentales... Increíble que un malo tan inteligente elija matar a dos personas de dos formas distintas, esconder los cuerpos en el estanque, y luego sacarlos y dispararles para dejar a la única testigo como mentirosa. Y encima el forense no se da cuenta (ni se dice nada al respecto) de que las heridas de bala son postmortem. En fin... A pesar de todo, he pasado un buen rato leyendo este libro. Quizá no me haya aportado lo que esperaba, pero se deja leer. |
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