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Rosario es una niña feliz. Tiene unos padres que la procuran, le dedican todo su tiempo, por lo que ella sabe que estarán ahí siempre que los necesite, desde el momento en que se duerme hasta que es de día nuevamente. de hecho, como siempre los ve despiertos, tiene la extraña teoría de que sus padres no duermen y por tanto, tienen más tiempo para jugar. Pero un día se levanta más temprano de lo que usualmente acostumbra, y como no ve a sus padres decide no avisarles que está despierta para sorprenderlos, por lo que ese pequeño cambio rompe la rutina diaria de que sus padres esperan. Así que cuando ella va a buscarlos en donde siempre suelen estar (cocina, baño, sala)… ¡Ellos no están ahí! Eso hace que Rosario comience a imaginarse los peores escenarios posibles, sus padres la han abandonado, ahora está sola, de repente todo se ve oscuro y empieza a escuchar ruidos extraños. El solo hecho de pensar que no tiene a sus dos ángeles protectores, le hace temblar de miedo, el pánico se apodera de ella, lo que hace que piense que está desprotegida y sola. ¿Ustedes recuerdan cuáles eran los miedos que se apoderaban de su mente cuando pequeños? Personalmente recuerdo la mayoría de mis temores cuando niña. *La oscuridad (aún la detesto) *Quedarme sola (sigo teniendo pesadillas sobre eso) *No tener amigos (solo cuando iba en preescolar jeje) *No poder hablar en público (me daba pánico) Me preocupaba tanto que pasará una u otra cosa, que al final opte por protegerme de todo y con ello solo dedicarme a observar a todos a mí alrededor y mantenerme al margen. Así que para todo el mundo siempre fui la niña "que no hablaba", para mí familia más cercana "la protectora" y para aquellos que se ganaban mi confianza "una amiga incondicional". Todo esto me vino a la mente mientras leía este pequeño libro infantil, que aunque es pequeño y ligero te pueda hacer echar a volar la imaginación a recuerdos olvidados y emociones enterradas. Y eso es precisamente lo que me llamó la atención desde el comienzo, la capacidad de lograr entender estos episodios tan intensos a una edad tan temprano y que muchas veces se pueden confundir con “llamar la atención”. Durante cinco años tuve la fortuna de trabajar con niños, pequeños de entre un año a doce. Cada uno tan diferente de otro. Me di cuenta de cómo los adultos podemos afectar su vida con una sola palabra o acción por más "correcto" que parezca. A veces los pequeños se abren con toda la confianza, te ofrecen su sinceridad y te cuentan sus temores, que muchas veces suelen ser ignorados por sus propios padres. Esa sensación que les causa pánico ante la incertidumbre se puede desarrollar y más adelante volverse aún más fuerte. No obstante, me ha parecido que la autora aporta mucho sobre el tema con tan solo 32 páginas que desarrollan una historia corta y concisa, que se complementa con unas ilustraciones preciosas que le dan un atractivo a su público infantil y unas anotaciones finales de parte de la Psicóloga Nielman dedicadas a los padres para comprender mas sobre el asunto. |
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