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Es ya un lugar común traer a Kafka a colación al comentar este tipo de novelas, pero quizás esta referencia, compartida por tantos, pueda orientar más y mejor que otros comentarios más elaborados. Tres personajes sin nombre: el hombre, un Sísifo envuelto en una lucha absurda, interminable y abocada al fracaso; la arena, en su camino imparable hacia la destrucción; y una mujer, sumisa y entregada al que tenía que ser su compañero de fatigas en esa lucha a muerte con la arena y con la que el sexo es rabioso y resignado. En medio, la infinita capacidad de adaptación del ser humano a cualesquier circunstancia y al absurdo de una vida para la que no hay explicación, para la que no hay respuestas. Como se puede leer por ahí, es una novela claustrofóbica, de escritura (no voy a decir árida que sería un chiste fácil y además no sería cierto) seca, sin florituras, muy sensual, en la que los sentidos, el olor, el gusto, el tacto, juegan un papel preponderante. El final… no, mejor no digo nada sobre el final. Un cuento bello, maravillosamente narrado. Un libro muy recomendable |
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