La mujer de la arena

Jumpei es un entomólogo con una extraña obsesión por la arena. En la búsqueda de una nueva especie de insecto, acabará en las dunas de una aldea perdida que está absorbida prácticamente por la arena. Pronto se verá apresado por la gente del lugar y obligado a compartir su encarcelamiento con una extraña mujer. Ambos dos deben trabajar todo el día para evitar que la casa donde están sea tragada por esta inagotable arena.

Sinceramente, y para decirlo sin tapujos, me he aburrido soberanamente. Lo cual no quiere decir que no entienda lo que quiere contar y sepa verle sus virtudes, pero me ha parecido soporífera prácticamente todo el tiempo, salvo algunos capítulos o trozos que cogían algo de fuerza. No esperaba que mi inicio con un autor como Kobo Abe, del que solo escuchaba maravillas y al que tenía muchas ganas de conocer se convirtiera en semajante desastre.

Quizás lo mejor de la novela y la parte que más he disfrutado, aunque la haya sufrido, es que esa atmósfera incómoda y claustrofóbica está muy bien conseguida y no abandona al lector en ningún solo momento, tanto es así que en ciertos momentos tenía toques de suspense, no había muchos, pero los había. Esto puede ser agobiante para algunos lectores, pero para mí ha sido de agradecer que la novela me haga sentir algo más allá del aburrimiento y la pesadez.

Una cosa que me ha puesto muy nervioso es la normalización del cuerpo de la mujer como un mero objeto de disfrute para el hombre. Como si fuera un "algo" puesto allí para que el hombre lo tome o lo deje en función de que le apetezca o no. Puede haber buena o mala relación entre el hombre y la mujer, pero si al señor le pica, ahí tiene el cuerpo de la mujer, aunque la deteste, para solucionarlo. La repugnante cultura de la violación de siempre, que lamentablemente no sorprende, pero en este libro me ha desagrado en exceso. Sé que el libro tiene su tiempo (aunque tampoco tanto), y que estamos hablando, a fin de cuentas, de Asia, donde el avance en este campo está siendo lento, pero pocas veces lo he visto representado de una manera tan normalizada dentro la literatura japonesa.

En definitiva, ¿tiene cosas buenas este libro? Sí, las tiene. A través de su protagonista nos habla de la sociedad, el aislamiento, la vida, la belleza, la naturaleza, y un larguísimo etcétera , que me gustaron y podrían llegar a ser muy interesantes si no fuera porque sigue siendo aburridísima. He visto por redes muchos análisis exhaustivos que le sacan un sentido a cada detalle, cosa que me cuadra perfectamente porque los asiáticos son expertos y ricos en simbología y cada detalle significa algo, y puede que el equivocado sea yo porque no he parado de ver 5 o 4 estrellas, excusando incluso que sea aburrida, porque es rica en estos detalles, pero para mí sigue sin compensarlo. Estoy muy acostumbrado al tempo japonés a través de la literatura o el cine, y creo que es la primera vez que me aburre tanto una historia de un autor japonés. Tengo por casa otra novela del autor "El hombre caja" y ahora me da miedo leerla. Quizás Kobo Abe no sea un autor para mí.

El libro comienza con una desaparición, la del protagonista, un hombre de mediana edad cuya afición son los insectos, y por ese motivo viaja a una zona de playa de Japón, en cuyas dunas cree que encontrará un tipo de escarabajo. Cuando llega a ese lugar no encuentra lo que busca, solo un clima asfixiante y muchísima arena, además de la desconfianza de los aldeanos. al perder el autobús de vuelta tiene que quedarse allí a pasar la noche, y los aldeanos le llevan a casa de una mujer viuda para que le aloje.

En ese momento empieza la pesadilla. El protagonista se da cuenta de que aquella gente vive sometida a la arena, que se cuela por cualquier resquicio dentro de las casas, y es por ello que tienen que quitar cubos y cubos de arena cada noche. Aún así los granos están presentes en todas partes: el agua, la comida, la piel…creando una atmósfera de lo más asfixiante. A la mañana siguiente el protagonista descubrirá que la escalera por la que había accedido a aquella casa ya no está, y las dunas le impiden escapar de aquella prisión de arena y la mujer que habita en ella. El estado de ánimo del protagonista pasará de la rebeldía a la desesperación, planificará diversas estrategias para intentar escapar de allí, hasta llegar a un punto en el que su rutina se convierta en normalidad.

La lectura ha sido de lo más atrayente, no podía parar de leer porque quería saber cómo iba a evolucionar la historia, y, al mismo tiempo, sentía un agobio creciente por la situación, incluso hasta el punto de llegar a sentir en mi boca la omnipresente arena. Sin duda Abe es todo un experto en el arte de provocar angustia e inquietud en el lector al describir situaciones desasosegantes de las que no parece haber escapatoria alguna. Muy recomendable.

Es ya un lugar común traer a Kafka a colación al comentar este tipo de novelas, pero quizás esta referencia, compartida por tantos, pueda orientar más y mejor que otros comentarios más elaborados.

Tres personajes sin nombre: el hombre, un Sísifo envuelto en una lucha absurda, interminable y abocada al fracaso; la arena, en su camino imparable hacia la destrucción; y una mujer, sumisa y entregada al que tenía que ser su compañero de fatigas en esa lucha a muerte con la arena y con la que el sexo es rabioso y resignado.

En medio, la infinita capacidad de adaptación del ser humano a cualesquier circunstancia y al absurdo de una vida para la que no hay explicación, para la que no hay respuestas. Como se puede leer por ahí, es una novela claustrofóbica, de escritura (no voy a decir árida que sería un chiste fácil y además no sería cierto) seca, sin florituras, muy sensual, en la que los sentidos, el olor, el gusto, el tacto, juegan un papel preponderante.

El final… no, mejor no digo nada sobre el final.

Un cuento bello, maravillosamente narrado. Un libro muy recomendable