Cuento de hadas

Los cuentos de hadas nacieron como pequeñas advertencias a los niños, quizá antes de dormir, cuando el mundo se tiñe de oscuridad y los miedos salen de sus escondrijos. Miedo a lo desconocido, a lo extraño, a lo próximo o a lo que, en apariencia, era inofensivo. Aunque sin hadas, los relatos estaban repletos de fantasía y lograban que nuestro asombro, y también nuestro miedo, se hiciera aún mayor.

En Cuento de Hadas (Plaza y Janés, 2022), de Stephen King, se encuentra muy presente este trasfondo, sobre el que resalta el héroe, Charlie Reade - nótese, a una letra de «reader»- quien se ve sometido a circunstancias extraordinarias que probarán su inteligencia, fuerza e integridad. Charlie le ha prometido a Dios que, si su padre se recupera del alcoholismo, tras la pérdida de su mujer, él hará el bien en el mundo.

En el entorno de fantástico de la magnífica mansión victoriana y el escalofriante halo que rodea Bowditch, la situación se irá volviendo más y más compleja. La pérdida del amigo y el descubrimiento del portal, arranca al lector de la comodidad hogareña y lo invita a explorar más allá de los límites imaginables. Empis, pura magia e inspiración, muestra la infección que padecen los humanos, provocada por la ambición de uno de los miembros de su familia real. Poco a poco, Charlie se va transformando en el príncipe de los cuentos que nunca había imaginado, para encontrar una aliada que le ayude a liberar al pueblo. El horror y la fantasía se combinan entre títulos ochenteros que conducen a un final, tal vez, apresurado. Que, quizá, nos deja con ganas de más.
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