Por las trincheras: Un viaje por Europa del Este hasta Isfahán

Si el pasar la primera página de este libro se me antojó un acto pesado augurando un camino árido y quizás no demasiado atrayente, el resto de ellas viajaron entre mis dedos con la agilidad del autor entre países aún por conocer y por narrar su propia historia. La palabra que mejor definiría a este libro es “asombroso”, me siento especialmente afortunada por la elección de Masa Crítica al darme a conocer esta joya nada común de los relatos de viajes. La narrativa de Navid Kermani no es únicamente una gran lección sobre la alteridad, sobre aquello que no conocemos y nos resulta ajeno y chocante; sino también, a partir de este descubrimiento, una invitación a la reflexión sobre nosotros mismos y el ámbito en el que nos desarrollamos.

En cuanto al hilo conductor del relato en cuestión, cabe destacar el arrojo del autor que nos narra durante diferentes viajes (en general no se especifica la fecha de los mismos pero, por distintos datos cronológicos, se intuye que todos se desarrollan desde mediados de la década de 2010 en adelante) en un periplo que le lleva desde la ciudad alemana de Colonia (residencia del propio Kermani), a la localidad de Isfahán en Irán (origen familiar del autor). Las paradas que jalonan el itinerario de Navid Kermani son zonas de especial actividad delicada en cuestión de política interior y exterior: Bielorrusia, Ucrania, Armenia, Azerbaiyán...el escritor no parece conocer fronteras y, en algunos casos, esta expresión resulta más literal que literaria. En cualquier caso, se nos presenta un escenario en gran medida desconocido para Europa Occidental con una casuística propia que en alto grado se nos antoja ignota precisamente por acudir con una mentalidad propiamente occidental a “resolver” las circunstancias de un contexto eminentemente oriental.

En cualquier caso, a pesar de presentarse como un libro de viajes, nos encontramos ante un relato eminentemente antropológico. El autor es consciente de su origen y también del otro ámbito cultural (el alemán, aquel en el que desarrolla su vida) del que no se puede abstraer y, sin embargo, es capaz de preguntar y de hacer introspección sin prejuicios. Cada capítulo constituye un día del viaje (cada viaje como tal entre localidades, si ha resultado de especial relevancia para Kermani, también conforma un capítulo), una inmersión en cada uno de los lugares que se ha marcado en su itinerario. Los escenarios son particularmente atrayentes. Por supuesto, consideré que su visita a la zona de exclusión en Bielorrusia casi al comienzo del libro constituiría su punto álgido y de mayor interés para la que escribe (no olvidemos el actual renacimiento de la memoria de los acontecimientos de Chernóbil). Sin embargo, me he sentido cautivada por otros parajes e historias. El autor consigue que uno se sienta impelido a buscar fotografías de aquello que narra con pasión descriptiva hasta el punto de encontrarnos con algo muy similar entre aquella idea que nos forma en la mente y el documento gráfico en cuestión.

Además de todo ello, Kermani bebe de numerosas fuentes. Es un gran conocedor de la historia, el periodismo contemporáneo, la literatura... Es capaz de elegir un solo elemento que le llama la atención en cada día de viaje y transportar al lector de manera holística, sin sucumbir a la tentación de narrar las virtudes de cada lugar cual si de una guía de viajes se tratara. Entrevista a personajes que han tenido impacto en la cultura de estos países que aún se están haciendo a sí mismos, pero también nos presenta el relato de aquellas gentes que vivieron la historia de primera mano, aquellos que dan su propio relato al margen de un propósito mayor como es la historia o la política.

Finalmente, cabe señalar que, para las ciencias sociales parece que el escribir bien, la calidad narrativa, ha quedado relegada a un segundo plano y, sin embargo, Kermani relata con una exquisitez digna de los autores que cita a lo largo de su obra. Especialmente reseñable es su reflexión acerca del desierto y las culturas que a su amparo se desarrollan. de esta manera, las trincheras que escarba la pluma de Kermani son mucho más hondas, interesantes y sugestivas que aquellas que continúan dejando las reiteradas guerras. Por las primeras (y aunque sea al hilo de estas últimas) viajamos embriagados surcando un mundo que aún permanece en gran parte desconocido y, asimismo, reflexionamos sobre ese otro universo que nos resulta más cercano cruzando esos puentes que nos tiende el autor proyectándonos su propia dicotomía entre nacionalidad y origen cultural.